La Pregunta

Es muy probable que alguna vez te hayas preguntado qué llevó a alguien a dedicarse a lo suyo. Increíblemente yo, esa pregunta, me la hice recién hace unos pocos años, escuchando a una clienta y excompañera de trabajo, Alejandra.

Decidí compartirles la respuesta porque esa reflexión me ayudó a conocerme un poquito más y, quizás, también los ayude a ustedes a entender por qué estoy acá, en esta plataforma, hablando de algo que me movilizó toda la vida.

Mi nombre es Gabriel Verbeek, y esta es la historia que me llevó a ser abogado...

Había una vez..

Vengo de una familia trabajadora de nuestra querida Argentina, de esas que tuvieron que luchar los años 90, una época que, como sucede aún hoy, planteaba grandes desafíos para la mayoría.

En ese entonces, si eras laburante tenías que aferrarte al trabajo con todas tus fuerzas porque el mercado laboral era muy complicado. Y si, por el contrario, eras un pequeño comerciante que vivía de la venta de productos o servicios, la cosa no era menos difícil, ya que la apertura de las importaciones era un 'cuco' que cerraba negocios sin piedad.

Mi familia, como tantas otras, fue una de las víctimas que sufrió esa tragedia.

Mi mamá

Mi mamá, una mujer increíblemente fuerte, era gestora de automotores. Vivía de hacer trámites relacionados con autos usados, y con su trabajo lograba mantener a nuestra familia.

Pero entonces, en este contexto, llegaron los autos 0 km importados y de un día para otro la gente dejó de ver los autos usados como una opción. Imagínense, en menos de dos años, el negocio de mamá que era el trabajo de toda su vida fue golpeado muy duro y tuvo que cerrar el local.

Todavía tengo grabado ese momento… Mi mamá y su empleado compartiendo unos mates en el local vacío, en silencio, mientras ordenaban todo para entregar las llaves.

Era una tristeza enorme que creo nunca podré explicar del todo en palabras...

El hogar

Y como si eso no fuera suficiente, estaba la presión del alquiler atrasado de ese local ya cerrado. Como pasa hoy, los inquilinos no tenían voz ni poder de negociación; había que pagar o pagar en las condiciones que te daban.

Agobiada, mi mamá terminó aceptando un crédito que le ofrecieron en la misma inmobiliaria. La propuesta era firmar pagarés en blanco, entregando como garantía la escritura de la casa, nuestro hogar.

Ella accedió confiando en el dueño de la inmobiliaria porque según su visión, la palabra de un hombre educado, con traje, instruido y con buenos modales valía mucho, por lo que nunca pidió recibos de sus pagos ni devolución de los pagaré.

Jamás pensó que esa persona podría hacerle un daño...

La estafa

Ese hombre sin escrúpulos -bien asesorado y con ventaja legal- aprovechó la confianza de mamá, quien no tenía los recursos para defenderse ni acceso a un abogado.

Fue así como él, basado en una 'ficción legal', inició un juicio, aduciendo que no había 'recibos' de los pagos que ella sí había hecho, buscando quedarse con la casa.

Recuerdo que yo -con 17 años- sentí la necesidad de enfrentarme a él y preguntarle por qué le hacía eso a mi mamá, cuando ella había pagado absolutamente todo.

¿Y saben qué me contestó? Con una sonrisa me dijo: ‘Son cosas de la ley’...

La bronca

Esa frase me quedó grabada a fuego. Me indignaba que usara la palabra “Ley” para justificar una movida tan malintencionada.

Me resistía a quedarme con la idea de que ‘nada podía hacerse’, como decían otros abogados, y esto fue el motor para que me inscribiera en la facultad de derecho.

Pasé años investigando la causa, yendo al juzgado, revisando expedientes, buscando una solución.

Y, ¿adivinen qué? Finalmente encontré una manera de tirar abajo veinte años de injusticia...

Todo vuelve

Una mañana, mientras desayunaba, recibí la noticia de que habíamos ganado el caso: Nuestra casa, que había sido injustamente rematada, nos sería devuelta. Ese fue uno de los días más felices de mi vida.

Ese mismo hombre que había causado tanto sufrimiento a mi mamá y nuestra familia, tuvo que, ademas de pagar las costas del juicio, devolver la casa.

Ya en el juzgado, listos para cerrar el caso, él me miró, sin reconocerme (pues habían pasado 21 años), y me preguntó: ‘¿Cómo fue que llegamos a esto?’

Y yo, con una sonrisa -que simulaba cordialidad- solo pude decirle: ‘Son cosas de la Ley’...

El Universo

Nunca llegué a decírselo a mamá, pero todos esos momentos de abuso que le tocaron vivir injustamente me hicieron quien soy, y me permiten alzar la voz para que no le toque a nadie más.

Por esto, por la justicia, por los que necesitan defenderse, por el hecho de reafirmar que la ética y la integridad son aspectos innegociables si queremos una sociedad justa...

Y por supuesto... por mamá